Debo reconocer que hay pocas cosas que hoy en día me conmueven directamente. Más que las historias de amor de pareja, reencuentros amorosos o de esos mismos que después de tanto pelear y traicionarse se juran amor eterno. No me conmueven mucho las historias de Romeo y Julieta. Sí me conmueve ver a un animal siendo maltratado, sí me conmueve ver un reencuentro familiar donde la historia detrás de ese reencuentro, está más cercana a un obra de la antigua Grecia que del siglo XXI. Esas historias me tocan la fibra, independiente que las propias experiencias se vean reflejadas en uno mismo.
Ayer me tocó estar en el lanzamiento de la Teletón. Entiendo que hay gente que no comulga con la institución y está bien, cada loco con su tema. Hay muchos que han dicho incluso que es una pantalla para lucirse y blah blah. Yo hablo por mí. He estado 3 veces en la teletón y cada una de ellas ha sido una experiencia diferente, emotivamente diferente. Creo que el efecto es todo lo contrario a lo que pasa con los médico (sí, veo mucho CSI): al comienzo debe ser difícil abrir un cuerpo, con la cabeza lo suficientemente fría, para examinar las causas de su muerte. A medida que vas adquiriendo experiencia, también se desensibiliza la acción (imagino, aún no me ha dado por estudiar medicina). Pero en este caso, y eso que me considero más fría que un fierro- y me lo han dicho- lo que genera la Teletón, son las emociones que me llegan al corazón, profundamente.
Mientras estaba sentada al lado de mi querido Gustavo Sánchez, comentábamos que pocas cosas nos emocionan –creo que tiene que ver con el signo zodiacal- pero puntualmente, Teletón logra tocar esa fibra, para algunos, tan olvidada. Mostraron la historia de Isidora, la niña símbolo de la Teletón 2011, que nos sorprendió también con su desplante y personalidad. Una de las cosas que más me llamó la atención fue la manera de expresarse que tiene una niñita de 7 años y todo lo que ha tenido que aprender.
La nota audiovisual comenzaba con la acelerada carrera de Isidora buscando a Sebastián, el niño símbolo de este año, para contarle que será el niño más importante de la campaña 2012. Todo esto acompañado de su propia voz en off que relata lo que va a hacer. Pasados los segundos, se encuentra con el pequeño de 7 años y le explica toda la responsabilidad que ahora descansará en sus hombros. Él, emocionado le preguntaba si iba a conocer a Don Francisco y si sería algo como su asistente, entonces ella respondió que sí y que tendría que levantarse muy temprano. Se escuchaban las risas espontáneas en el pequeño salón de rehabilitación proveniente de todos los invitados: autoridades, familiares y personalidades del espectáculo criollo, todos dispuestos a ayudar.
Pero eso no fue lo mejor. Mientras pasaban imágenes de lo que ha sido teletón otro años, sentía cómo un nudo se armaba en mi garganta, de esos que quieres evitar a como dé lugar, porque no es el momento, porque no debería o porque simplemente creemos que el resto se podría reír de nosotros –por sentimental o por cursi- una tontera, pero a más de alguno le ha pasado.
Lo mejor fue cuando ambos niños se presentaron en el escenario y tuvieron una particular conversación a vista de todos los que estábamos ahí sentados. Don Francisco les preguntaba acerca de sus vidas y como una comunicadora más, Isidora se robaba las miradas y la película completa. Hasta que llegaron al tema amoroso. Sebastián respondía que le gustaba una chica (que no era Isidora) e Isidora apostaba a que su enamorado era más caballero y tierno de lo que podía ser Sebastián con su “novia”. Era un intercambio de palabras digno de la sección de niños de Sábado Gigante. Era como ver a dos adultos en cuerpo de niños, hablando de sus problemas emocionales. Ambos con una confianza y seguridad envidiable.
Una de las cosas que más me llaman la atención es que estos pequeños están creciendo con un peso doble en sus espaldas, y probablemente ni siquiera lo saben: ellos y sus familias. Es un trabajo tan duro y ellos han demostrado una entereza tan ajena y superior a tantas personas que creen tenerla. Es una lección de vida, un ejemplo y sobre todo un llamado de atención para todos. El mundo es bastante más simple que lo que estamos acostumbrados. Detenerse a valorar las cosas esenciales no está mal, bajar un cambio tampoco. Probablemente no soy el mejor exponente para aconsejar bajar las revoluciones, pero si a mí me llegó este mensaje, también podrán captarlo ustedes.
No se trata solo de colaborar con una institución, menos de malgastar un aporte económico; se trata de ayudar, de entregar herramientas a un niño para que sea un poco más feliz, y si tienes suerte, esa ayuda te hará más feliz a ti también. Para mí, es un sentimiento de entrega infinito….¿qué te emociona a ti?
No hay comentarios:
Publicar un comentario