Evento: Cena Fundación Ronald McDonald’s Chile
Lugar: Hotel W
No quiero ser Bridget Jones
Generalmente me alegro cuando veo una carta bajo mi puerta, sobre todo cuando llego tarde después de clases y esa carta dice INVITACIÓN y más aún cuando viene acompañado de algún paquete de regalo. Omitamos las cuentas y cartas que iban dirigidas al arrendatario anterior. Esos no cuentan.
Entonces le dedico un buen par de minutos a descubrir de qué se trata tan elegante tarjeta. Los datos más importantes siempre son el tema o qué marca te está invitando, día, lugar y “dress code”- sí, estamos llenos de extranjerismos que hasta suena cursi- o el “código de vestimenta” y eso es el “cómo demonios voy vestida”. No es lo mismo ir a la inauguración de un spa que ir al lanzamiento de una marca de joyas de lujo. Hay ciertos contextos que hay que respetar.
Pero, como he observado, muchas personas no siguen el “dress-code” como debe ser (los he visto, pero no los acusaré ¡aún!), pero si hay un código, es por algo. Ahí es donde comienza mi lucha mental por lo menos dos días antes de tan importante evento.
Esta vez se trató de la cena de gala de la fundación Ronald McDonald’s Chile y el objetivo era recaudar dinero para los niños de la fundación. Para agregarle más lujo al evento, era en el hotel W. Como buena consumidora de televisión extranjera, recordé esos clásicos eventos de beneficencia que se muestran en las series gringas tipo “The O.C” o “Gossip Girl”, donde la vida de los protagonistas gira en torno, de alguna manera u otra, al dinero que poseen sus familias. En esos escenarios, los eventos se muestran bien elegantes y es parámetro, no solo mío, sino de muchos. Historia para otra columna.
Pero ¿y si voy muy elegante? Decía gala y eso es tenida formal. Pero ¿y si nadie va de gala? Considerando que los códigos de vestimenta no son siempre respetados. No quería sentirme como Bridget Jones vestida de coneja en la película. Para los hombres es un poco más fácil, porque el traje o terno puede verse como gala o simplemente estiloso. Encontrar un vestido con ese concepto, es casi imposible. Estaba pensando demasiado, así que fui a la tienda Therapy y me zambullí en la parte de vestidos de fiesta para encontrar el más indicado: que fuera gala, pero no tanto, que fuera llamativo pero no ridículo, que provoque pero no fuera grotesco.
No, no estaba en mi período.
Después de varios minutos buscando, encontré el vestido ideal. Strapless, corto, ceñido al cuerpo, negro con brillos plateados y lo cubría una delicada tela negra larga y trasparente que destapaba la pierna izquierda. Lo tenía todo en mente, los zapatos, las pantys color grafito, un abrigo negro, un collar brillante disimulado, aros similares y cabello “casual”, nada muy elaborado. Me enamoré y bien sabemos las mujeres lo difícil que es encontrar un vestido que cumpla con esos requisitos que además combine con los accesorios. ¡No quiero ni imaginar cómo lo hacen las novias! Algún día escribiré sobre eso… algún día.
Calculando la hora, llegué justo al cóctel, me encontré poco a poco con más gente conocida porque no hay nada peor que ir a estos eventos y estar completamente sola, o con el teléfono conversando con alguien vía twitter o whatsapp. Tema para otra columna.
¿Saben qué pasó? Además de pasarlo muy bien, me relajé y recibí nada más que piropos por mi look, punto para Therapy y para mí. Y si bien no soy Serena Van Der Woodsen, Blair Waldorf o Marissa Cooper, definitivamente no fui Bridget Jones vestida de coneja. Hasta leí por ahí que salí como la mejor vestida, ¿qué tal?
A pesar de que no soy buena para los juegos de casino, me pareció novedoso simular un casino dentro del hotel con ruletas y vendedores, así recaudar más dinero para la fundación. Aunque jugué, no me fue bien. Mala suerte en el juego…
Estábamos ya sentados en la mesa 43 y a medida que pasaban los meseros llenando las copas de vino, más se distendía el ambiente. Pasaban videos con la labor de la fundación, luego Power Peralta no solo sorprendió con su típica sincronía, sino que animaron a los comensales (amo esa palabra) con entretenidos concursos.
Lo mejor del evento: hombre guapos en trajes elegantes, mujeres estilosas con look refinado, cena rica y contundente, vinos y tragos espumosos hasta decir basta y un buen argumento para asistir. Lo malo: día de semana, a la mañana siguiente había que trabajar. Voy por un café… o dos… o tres.
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